martes, 16 de septiembre de 2008

perfecciones-imperfecciones

David Foster Wallace (1962-2008).

¿No era para tanto?

Alguien muere. Mejor dicho, se mata. Se autoaniquila.
Llega la noticia. Uno se queda helado. Los vencedores de esta vida comentan casi con desprecio o algo de sorna sobre esa muerte: ‘No era para tanto’.
¿Es fácil deducir por qué alguien optó por el suicidio? Decepción con la vida, desganas. ¿Por qué lo reducimos todo a un problema de valentía? Coja usted una pistola, métasela en la boca y jale el gatillo. Amárrese una cuerda al cuello y déjese caer.
Hay algo que se llama dolor. Una sensación extraña que te lleva a un estado de super sensibilidad: todo afecta, todo conmueve, todo agobia. Un día, te das cuenta que dejas de participar de los juegos de los otros, e inicias, sin proponértelo –como algo natural– diversos procesos de introspección. Cuando una serie de experiencias cambian tu forma de relacionarte con el mundo, sabes que nada volverá a ser como antes. El contacto con la realidad es difícil cuando intuyes que ‘ves’ más que los otros.
Mutaciones. Sí, transformaciones. No es nada celebratorio en realidad. Quien sepa de esto, sabe de lo que se habla aquí.
Cuál es la peor angustia?, le preguntaron a Luis Hernández.
‘La mía’, respondió el hombre que escribió: Nunca he sido feliz/Pero, al menos,/He perdido/Varias veces/
La felicidad.
Y el autor de Orilla se puso delante de un tren en la estación de Santos Lugares, en Buenos Aires.
‘No hay sino un problema filosófico realmente serio: el suicidio’, pensó Albert Camus. Agudo y simple a la vez. Piensen en ello.
El escritor norteamericano David Foster Wallace se suicidó el viernes 12 de setiembre. Se colgó del techo de su casa. Algo sé de él, nunca lo conocí personalmente, pero debo decir que saber de su muerte me cagó casi un día entero.

2 comentarios:

La cinefilia no es patriota dijo...

La muerte (y por soga propia) de alguien con talento da que pensar de manera especial. DFW encarnó en su obra las contradicciones de la pesadilla americana travestida de sueñito lindo -con plus globalizado y tecnológico-. Si la otra cara de Irak es Disneylandia, o viceversa, (y al final, son la misma cara), se comprende que la muerte sea una forma de decir: "ya no quiero seguir viendo esta película".

Como me gusta dar la contra, he puesto manos a la obra en mis proyectos con más ganas. La mejor -la única- respuesta que puedo dar.

Anónimo dijo...

Hay maneras de sobrellevar la carga. Alguien dijo alguna vez: "sí, el mundo es una mierda, pero yo trato de hacer que sea menos mierda". Aunque a veces, ya parece imposible la lucha. Ya parece...

Héctor, desde Baviera.

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