lunes, 24 de enero de 2011

Ángel Azul




En algún momento, cualquier idea del cine estuvo relacionada a ti. Siempre hubo ese respeto mutuo, esa lejanía desde la que dos desconocidos se observan con curiosidad y, después de tiempo, con algo de rubor. En El espejo, de Tarkovski, la escena del niño mirando su propio reflejo marcó una senda de conexión con tu presencia. La primera vez que la vi lloré y no pude dejar de pensar en ti. Te perdí el rastro y ahora te encontré. El cine es precioso. La literatura también. La música, el sonido de la eternidad. Tus fotografías y tu talento inalienable, secretamente, despiertan mi admiración.  (foto RA)

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